El «arte» y la «fiesta» de asesinar

Asesinar, sí. Porque, contra lo que me aseveran algunos protaurinos iluminados, el concepto que tengo de tal palabra no incluye sólo a matar personas (excluyendo casos de defensa propia), sino también animales por mero espectáculo, lucro, experimento o diversión. Y además públicamente. Y además exaltándolo delante de niñ@s y mayores. Y además de forma lenta y (mientan lo que mientan) dolorosa. «Asesinar» puede ser mucho más que un término jurídico, pequeños leguleyos míos.

Semos como los neonazis… Atacamos en manada. ¡Unga, unga, unga!

Hoy se ha vuelto a celebrar el sanguinario Toro de la Vega. ¿Festejo? Yo lo que veo no pasa de mera carnicería, una «diversión» gore que ni siquiera aprueban much@s defensores de la tauromaquia tradicional. En cualquier caso, la salvajada de Tordesillas es tan sólo una más de las bellas tradiciones que mantienen algunos municipios de España y que incluyen maltratar, torturar y matar a algún animalito. Entre muchas personas, cobardemente. ¿En serio estos actos de violencia primitiva y gratuita han de ser parte tan esencial de nuestra de idiosincrasia y fiestas populares? Desde luego, tal parece cuando vociferan que «la Fiesta Nacional, o el Toro de la Vega, o los encierros, no se tocan».

Hay multitud de razones por las que nunca me gustará todo lo relacionado con la tauromaquia: la sangre, la muerte como espectáculo, sus carpetovetónicas «estrellas» (mataores, uséase: matarifes, de escasas luces salvo en el traje), el derroche de testosterona australopiteca, la exaltación de un falso valor («lucha de igual a igual», por mis gónadas), los pasodobles, la exhibición jurásica de gomina, los Lacoste/Ralph Lauren/camisas pijas, las peinetas y mantillas, el tufillo a loción Floyd o Agua Brava en el ambiente, las botas de vinacho peleón, los «olés» borreguiles, y el habitual overbooking de trogloditas cejijuntos por metro cuadrado. Por supuesto que excepciones hay, pero la Fiesssshta Nazional suele aglutinar en torno a sí a la España más rancia y profunda. Me repugna en sí misma, todo lo que la rodea y todo lo que simboliza. Profundamente.

¿Federación taurina o reunión de NN GG? La España más paleta y la más pija se tocan. Obscenamente.

Por fortuna, también hay multitud de respuestas en mi arsenal para los clasicotes y muy manidos argumentos protaurinos:

• Si no hubiera tauromaquia, el toro de lidia se extinguiría
• Los toros serían más pequeñitos y mansos, sí. ¡Problemón tremebundo! ¿»Toro de lidia» = «toro criado para ser lidiado»? ¿En serio pretendéis que cuele que llevaríamos a la extinción a una especie animal precisamente por no matarla? ¿Los dinosaurios se extinguieron porque no había nadie que los toreara? (Luis Álvaro owned).
• Hay estudios que demuestran que el toro no sufre
• Claro, claro… Me encantaría saber quiénes financian tan sesudos estudios, y buscando de antemano qué conclusiones. Por otro lado, toro=animal mamífero=terminaciones nerviosas everywhere. ¿No sufre? ¡Caso único en la ciencia, vive Dios!
• Es una lucha de igual a igual
• Sí, totalmente. El toro sabe por qué está ahí, ¿verdad? Tiene armas de metal en su poder y sabe cómo matar por tercios al torero, ¿no? Lástima que el morlaco, como buen ser irracional, embista al capote o muleta en vez de directamente a quien lo sostiene. Habría mucha más emoción, todo el rato. ¿No os molaría más así?
• Las consecuencias en Economía y Empleo serían terribles, si se abole la Fiesta
• Bueno, también las hubo cuando se abolieron en Roma los juegos gladiatorios y de fieras en el siglo IV. Pero fue un avance de la civilización, ¿o no?

Y así, ad nauseam. O ad aburrimientum maximum. Porque les veo venir de lejos en cada réplica y contrarréplica, suelen ser de manual y de un nivel intelectual lamentable en la mayoría de contertulios.

Por mucho que insistan en defender a ultranza sus sacrosantas tradiciones, es cuestión de tiempo su final. Y, siendo realista, no hablo de unos añitos sino quizá generaciones. Pero llegará. Claro que sigue habiendo jóvenes que participan activa y pasivamente en la Masacre Nacional, pero lustro a lustro son cada vez menos, especialmente en las ciudades. Y la oposición que encuentra la lidia taurina crece exponencialmente año a año.

El «noble Arte» de «inigualable Belleza» y «justa equidad» de la Tauromaquia.

Mahatma Gandhi es la segunda persona con gafas de concha en la Historia a quien más admiro. Su celebérrima sentencia de «la cultura de un pueblo se mide en función de cómo trata a los animales» debería hacernos reflexionar. Ahora que la caza del zorro es oficialmente ilegal en Gran Bretaña, somos de lo que no hay en Europa. Literalmente. Y esa sentencia de Gandhi, si la añadimos a los millones de fieles seguidores de telecarroña o a los millones de votos que (¡aun pese a todo!) auguran las encuestas al PP, se torna en inquietante.

La Fiesta… de la España profunda, violenta, inculta y cerril. Esa España con aroma de caldofrán, esa España de mataores, folklóricas y toros ensangrentados que tant@s millones queremos dejar atrás de una maldita vez.